MEXICO

El México de ayer y de hoy, visto a través de “Roma”

Han transcurrido casi 50 años desde el momento escenificado en la cinta. ¿Cómo se compara el México de hoy con el de la infancia de Cuarón con respecto a los problemas sociales más perturbadores que la película retrata?

Roma, la película del cineasta mexicano Alfonso Cuarón, una de las favoritas de la temporada de premios 2019 con 10 nominaciones al Premio de la Academia y dos victorias en los Globos de Oro, es una historia íntima de la infancia de Cuarón contada a través de los ojos de una mujer indígena que trabaja como niñera para una familia de clase media en Ciudad de México.

El drama familiar también ofrece una visión conmovedora de la sociedad mexicana en el umbral de un gran cambio social a principios de la década de 1970, un momento de migración, urbanización y cambio cultural.

"La película es en gran medida una historia sobre la modernización", dijo Claudio Lomnitz, profesor de antropología en el Departamento de Culturas Ibéricas y Latinoamericanas de la Universidad de Columbia. "Vemos a dos chicas de la zona rural de Oaxaca que se mudaron a la ciudad. Son indígenas y hablan mixteco, pero también hablan español, van al cine, tienen relaciones sexuales".

Han transcurrido casi 50 años desde el momento escenificado en la cinta. ¿Cómo se compara el México de hoy con el de la infancia de Cuarón con respecto a los problemas sociales más perturbadores que la película retrata, tales como la violencia y la desigualdad social? NBC habló con cuatro investigadores de los campos de la historia, la sociología y la antropología, especializados en México.

Más violencia después del inicio de la "guerra del narco"

"México es un país que duele", dijo María Amalia Gracia, socióloga del Departamento de Sociedad y Cultura del Colegio de la Frontera del Sur, un centro de investigación ubicado al sur de México. Para Gracia, la violencia en México hoy ha alcanzado niveles inimaginables. "Sorprende que la gente pueda seguir sus vidas en estas condiciones", dijo.

La masacre de Corpus Christi de 1971 es el telón de fondo de una escena estremecedora en Roma; el momento en que Cleo, la protagonista embarazada de la película, descubre que el padre de su hijo forma parte de un grupo paramilitar del gobierno.

La masacre y los paramilitares en la película representaban la forma dominante de violencia de la época. Era una violencia represiva, conocida como la "guerra sucia", dirigida de manera centralizada por la presidencia y el Ministerio del Interior, dijo Lomnitz. Fue una guerra que el régimen autoritario de partido único del país hacía, indiscriminadamente, contra dos enemigos: una clase media urbana en crecimiento que exigía democratización y un movimiento estudiantil de izquierda con grupos guerrilleros.

"México es un país mucho más libre hoy, pero también es un país mucho más violento", dijo Lomnitz. La nueva violencia es "menos heroica, menos fácil de romantizar". Pues ya no se trata de luchas por la justicia o la libertad, contra una sociedad y un régimen represivos. El actual aumento de la violencia está relacionado con las drogas y tiene sus raíces en 2006, el año en que comenzó formalmente la "guerra del narco" en México.

Entre principios de la década de 1970 y la víspera de la "guerra del narco", la violencia en México disminuyó significativamente. En 2007, las tasas de homicidios (9,3 por 100.000 personas) no eran mucho más altas que en los Estados Unidos (5,7 por 100.000). Pero para el 2018, éstas alcanzaron 25 por 100.000. Al comienzo de la "guerra del narco", la versión oficial era que la cifra de muertos se debía, en gran medida, a guerras territoriales donde miembros de organizaciones criminales se mataban entre ellos, dijo Lomnitz. Sin embargo, estudios recientes realizados por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México sugieren que el ejército y la policía federal de México han ejecutado una proporción sustancial de los 150.000 asesinatos relacionados con la "guerra del narco".

"Gran parte de la violencia de hoy también proviene de gobiernos locales, que a menudo están bajo el control de organizaciones criminales", dijo Lomnitz. La masacre de Iguala de 2014, donde desaparecieron 43 estudiantes de una universidad de maestros rurales, es un ejemplo de este nuevo tipo de violencia, al igual que el hecho de que durante las elecciones federales de 2018, más de 100 candidatos locales fueron asesinados. 

"El cierre de la frontera estadounidense-mexicana es una parte no contada de esta historia", dijo Lomnitz. A medida que cruzar la frontera se fue haciendo más difícil en la década de 1990, creció el poder de fuego y la disciplina del crimen organizado que traficaba con cocaína colombiana. Se desencadenó un aumento en la concentración de dinero, riqueza y violencia criminal. Más recientemente, las poderosas organizaciones criminales chinas se han asociado con las mexicanas para producir metanfetaminas en México destinadas al mercado norteamericano. Este desarrollo está impulsando una concentración aún mayor del poder criminal violento.

Las tensiones sobre la tierra atenuadas por la modernización

Los conflictos por la tierra surgen varias veces en Roma. El gobierno le quita tierras a la madre de Cleo. Un hombre sentado en un bar ha perdido a un familiar por una disputa de tierras. Una familia de terratenientes exhibe en la pared de su casa de campo, la cabeza embalsamada de un perro mascota que había sido envenenado durante otra disputa de tierras. Y la fiesta de Año Nuevo organizada por esa misma familia es interrumpida de manera inquietante por un incendio provocado en los bosques circundantes.

"La violencia agraria de pequeña escala es muy antigua en México", dijo Lomnitz; se remonta a la época colonial. Y después de las reformas agrarias de las décadas de los 20 y los 30, cuando el campo se pobló de pequeños agricultores, surgieron conflictos entre pueblos, entre pequeños agricultores, y entre pequeños propietarios y grandes terratenientes. 

El conflicto por la tierra comenzó a contraerse en la década de 1980 debido a la creciente migración a la ciudad. A medida que los campesinos abandonaron el campo, disminuyeron las disputas por la tierra. Roma muestra el inicio de esta migración. Cleo visita, en busca del padre de su bebé, un barrio de ocupantes informales ubicado a las afueras de los límites de Ciudad de México, donde se empezaban a asentar inmigrantes del campo. Hoy día, ese lugar, conocido como Ciudad Nezahualcóyotl, tiene una población de 1,1 millones de personas. Es la décima ciudad más grande de México.

La marginación de los indígenas continúa

Yalitza Aparicio, la primera mujer indígena nominada al Oscar como mejor actriz principal, interpreta a Cleo, la sirvienta de una familia blanca. Ella es tratada con afecto, pero la diferencia en el estatus social se lleva a efecto en todo momento, tanto de manera explícita como de manera sutil. Por ejemplo, en un momento en el que Cleo se acurruca con la familia frente al televisor, se le ordena abruptamente ir a buscarle un té al "doctor".

"Ella tiene mucha suerte", dijo Kevin Terraciano, profesor de historia y director del Instituto Latinoamericano de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Las sirvientas indígenas no siempre son bien tratadas.

La ganadora del Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, ha hablado de lo vulnerable que ella se sentía al vivir con una familia cuando era una mujer joven. Los avances sexuales y el maltrato son una posibilidad subyacente.

"Para el caso de las trabajadoras del hogar existen ciertos cambios respecto a esa década; hay una mayor visibilización de la problemática", dijo Gracia. "Sin embargo, se siguen observando prácticas que evidencian la desigualdad y el racismo. En una investigación que está en curso sobre trabajadoras del hogar es muy elocuente la discriminación y los abusos a los que están sometidas estas jóvenes".

Se han logrado algunos avances legislativos en el reconocimiento de los derechos de la población indígena. Desde principios de este siglo, se han promulgado leyes que protegen el derecho de los indígenas a sus idiomas, a sus culturas y a su empoderamiento. Una rebelión de pueblos indígenas en la década de 1990, conocida como la rebelión zapatista, en la cual escuadrones de la muerte paramilitares masacraron indígenas, marcó el comienzo de una mayor conciencia. Desde entonces, las comunidades indígenas también han avanzado en "la creación de comunidades autónomas que les dan una representación más directa sobre sus tierras y recursos", dijo Terraciano. Pero todavía es común ver a las mujeres indígenas trabajando como sirvientas. Y las poblaciones indígenas siguen siendo extremadamente pobres.

"En México el indígena tiene una especie de estatus social. Hay una marginación social, una discriminación social que los mexicanos vemos y conocemos por las normas sociales y los códigos sociales con los que nos educamos", dijo Jesús Ruvalcaba, investigador del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) en Ciudad de México. "Esto ha cambiado un poco, pero no demasiado".

"Ser "indio" en México sigue siendo un estigma. Y los indígenas lo sienten y lo saben", dijo Terraciano. "Después de la independencia de España, los líderes de la nueva nación vieron a estas culturas tradicionales como obstáculos". Desde entonces, los gobiernos han utilizado las leyes y la fuerza para disolver a las comunidades nativas y los pueblos indígenas en general. "Hoy en día, los líderes siguen hablando del 'problema indígena'".

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