
El siguiente contenido ha sido creado en colaboración con Hartford HealthCare. Este contenido no representa las opiniones del equipo editorial de Telemundo Nueva Inglaterra. Haz clic aquí para conocer más sobre Hartford HealthCare.
Durante décadas, las cardiopatías han sido subdiagnosticadas y tratado muy poco entre las mujeres, a pesar de su prevalencia y tasa de mortalidad. Esto puede atribuirse a una serie de razones, pero sobre todo a los prejuicios de género y la falta de entendimiento que históricamente las investigaciones médicas se han concentrado en los hombres. Afortunadamente, las investigaciones son cada vez más inclusivas, y lo que tenemos muy en claro es que las enfermedades cardiovasculares matan a más mujeres que cualquier otra enfermedad, incluidas todas las formas de cáncer combinadas.
Pero aparte de las diferencias de sexo, también es importante tener en cuenta que el riesgo de una mujer será diferente a lo largo de su vida y puede acumularse: los problemas de salud a los 20 o 30 años no son los mismos que después de la menopausia. Pero independientemente de la edad, es fundamental que las mujeres tomen el control de su salud para mitigar el riesgo. A continuación encontrarás información a tener en cuenta sobre los factores específicos de cada edad, así como consejos para reducir tu riesgo.
Los veintes y treinta y pocos
Una de las principales diferencias entre las enfermedades cardiovasculares de los hombres y las de las mujeres es el mayor riesgo que plantean los factores reproductivos. La mujer media estadounidense tendrá su primer hijo a los 30 años, lo que significa que también pueden empezar a aparecer una serie de problemas cardiovasculares a esta edad.
Dado que la hipertensión y la diabetes son factores de riesgo comunes, es lógico que problemas relacionados al embarazo, como la preeclampsia y la diabetes gestacional, aumenten también el riesgo de cardiopatía de las mujeres. Además de sobrecargar el corazón, la preeclampsia disminuye la capacidad de bombear una cantidad adecuada de sangre al organismo. Por su parte, la diabetes gestacional aumenta el riesgo de calcificación de las arterias del corazón en etapas posteriores de la vida. Alrededor del 4 porciento de los embarazos en EE.UU. desarrollan preeclampsia, mientras que el 9 porciento tendrán diabetes gestacional. El riesgo de cardiopatía también aumenta si la mujer da a luz a un bebé prematuro o de bajo peso, así como si no pierde el peso del embarazo un año después del parto.
Aparte del embarazo, hay otros aspectos a tener en cuenta a esta edad. Con el aumento de los cigarrillos electrónicos, los más jóvenes están empezando a fumar más temprano. Independientemente de que se utilicen cigarrillos electrónicos o tradicionales, el tabaquismo aumenta el riesgo de sufrir cardiopatías. Las estadísticas son especialmente alarmantes en el caso de las mujeres que fuman y toman anticonceptivos orales, ya que esta combinación aumenta el riesgo en un 20 porciento.
Los treintas y cuarentas
A medida que envejecemos empiezan a surgir más problemas de salud, y los factores de riesgo deben evaluarse con cuidado. Por ejemplo, afecciones como el colesterol elevado o la diabetes de tipo 2 pueden influir mucho en que una persona desarrolle una cardiopatía o incluso sufra un infarto. Las cardiopatías también están estrechamente ligadas al colesterol alto, un riesgo que aumenta con la edad. Las enfermedades autoinmunes, como el lupus y la artritis reumatoide, también pueden tener un mayor riesgo, con síntomas clave como taquicardia y dolor torácico, así como ver un corazón agrandado en las radiografías.
Las enfermedades mentales como la ansiedad o la depresión también pueden influir en el desarrollo de cardiopatías en etapas posteriores de la vida. La ansiedad, por ejemplo, se da sobre todo en adultos de 26 a 49 años, y la depresión se concentra en adultos de 35 a 40 años. La ansiedad aumenta la presión arterial e interfiere en el funcionamiento normal del corazón. Con el tiempo, estos efectos pueden provocar un infarto. La depresión también desencadena una respuesta biológica similar: el corazón y la presión arterial aumentan, lo que reduce el flujo sanguíneo al corazón y aumenta la producción de cortisol en el organismo. Estos efectos también pueden ser fatales a largo plazo.
Después de la menopausia
La menopausia puede aumentar indirectamente el riesgo de cardiopatías por el incremento de la tensión arterial y los niveles de colesterol. Sin embargo, es especialmente preocupante cuando una mujer experimenta una menopausia prematura (antes de cumplir los 45 años), ya que esto aumenta su riesgo en un 33 porciento. A medida que disminuyen los niveles de estrógeno, aumenta el tipo de cholesterol “malo”. Esta acumulación de grasa puede obstruir las arterias y, con el tiempo, provocar un infarto o derrame cerebral.
Los cambios hormonales de la menopausia también pueden hacer que la tensión arterial sea más sensible al consume de sal en las comidas, lo que conduce indirectamente a la hipertensión. Sin embargo, la presión arterial aumenta a medida que la mujer envejece; de hecho, afecta a tres de cada cuatro mujeres mayores de 65 años.
Desafortunadamente, los diagnósticos de cáncer también son más frecuentes a esta edad, y muchas pruebas de detección empiezan a realizarse al pasar los 45 años. Las opciones de tratamiento como la quimioterapia, la radioterapia o los fármacos de terapia dirigida pueden provocar cardiotoxicidad, o daño cardíaco derivado del tratamiento del cáncer. Incluso después de que el cáncer haya desaparecido, este daño cardíaco puede desarrollarse años después del tratamiento y es especialmente frecuente en adultos que recibieron estos tipos de tratamiento durante la infancia.
Reducir el riesgo
Independientemente de la edad, las mujeres deben tomar medidas activas para reducir el riesgo de sufrir cardiopatías. Algunas formas de hacerlo son:
- Controla tu tensión arterial: Conoce y comprende tus niveles. La tensión arterial alta no presenta síntomas, por lo que es fundamental controlarla mediante revisiones periódicas y comunicar al médico cualquier preocupación.
- Controla tu colesterol: Al igual que la hipertensión, el colesterol alto no presenta síntomas, por lo que los análisis de sangre periódicos son cruciales para mantener la salud bajo control.
- Hazte la prueba de la diabetes: La diabetes no sólo aumenta el riesgo de una mujer, sino que también aumenta el riesgo de sufrir un infarto con síntomas mínimos o inexistentes, lo que también se conoce como infarto silencioso.
- Deja de fumar: Fumar obstruye las arterias que llevan la sangre al corazón. Si no fumas, es mejor que te mantengas alejado de los cigarrillos.
- Limita el consumo de alcohol: El alcohol es otro factor que contribuye a la hipertensión, lo que aumenta el riesgo de sufrir un infarto o un derrame cerebral.
- Haz ejercicio: Además de fortalecer los músculos del corazón, realizar unas horas de actividad física a la semana puede ayudar a reducir la tensión arterial y el colesterol.
Hartford HealthCare está preparado para ayudarle a controlar tu salud y tus necesidades cardiovasculares. Haga clic aquí para obtener más información sobre el Hartford HealthCare Heart & Vascular Institute o para buscar un cardiólogo.