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Miles de pacientes con coronavirus están saliendo adelante luego de estar muy graves. Pero dejan los hospitales para enfrentar un nuevo reto: la recuperación.

La mayoría podrán regresar a la normalidad bastante rápido, aunque con algunos síntomas leves que serán persistentes por un tiempo. Pero para otros—en especial quienes necesitaron tratamientos invasivos estando en el hospital, como requerir la ayuda de un respirador—la recuperación será un proceso largo y difícil.

A menos que tú o alguien cercano haya tenido coronavirus, puede ser difícil imaginar lo que es tenerlo y salir adelante. ¿Es como recuperarse de la peor gripe que hayas tenido? ¿Los síntomas desaparecerán cuando el doctor te dé la alta? ¿O lo más común es tener síntomas leves por un tiempo?

Aunque han pasado seis meses desde que COVID-19 hizo su aparición en las noticias, los médicos recién comienzan a tener más claridad sobre la recuperación y sus efectos a largo plazo, tanto en lo físico como lo mental. Si bien desde el inicio esperaban encontrar problemas respiratorios, los médicos han empezado a ver otros impactos en la salud de los pacientes, algunos bastante graves.

El camino a la recuperación
Al hablar de tiempos de recuperación, hay que tener en cuenta que cuánto uno se demore en sentirse mejor dependerá de qué tan enfermo haya estado. Mientras algunos se recuperan rápidamente, otros pueden sufrir síntomas por un tiempo prolongado. Según informes, aproximadamente el 80 por ciento de los pacientes presentan síntomas leves o son asintomáticos. Pero incluso para aquellos que presentan cuadros más leves, la mayoría de los pacientes tienen síntomas de resfriado y gripe que persisten durante dos semanas o más.

Para los que tengan síntomas más severos, el camino puede ser bastante complicado, presentando desde fatiga y problemas digestivos, hasta coágulos sanguíneos y problemas renales. Según la Organización Mundial de la Salud, una persona puede tardar seis semanas o más en recuperarse por completo si estuvieron en estado crítico.

Rodney Davis, el primer paciente diagnosticado con COVID-19 en el Centro Médico Hartford HealthCare St. Vincent, una vez dado de alta.

Ese fue el caso de Rodney Davis—quien nació en Venezuela y ahora vive en Bridgeport—, el primer paciente diagnosticado con el virus en el Centro Médico Hartford HealthCare St. Vincent. Con solo 21 años, Davis pasó tres semanas conectado a un respirador y más de treinta días en el hospital. "Tenía miedo de salir del hospital sin usar un andador, pero día a día me va mucho mejor", dice. "No me iba a rendir".

A diferencia de la gripe o el resfriado común, el impacto del virus en el cuerpo puede ser severo y tener secuelas a largo plazo. Muchos pacientes tendrán que comenzar un régimen de rehabilitación para mejorar su capacidad pulmonar y también fortalecer los músculos de sus brazos y piernas. Volver a la normalidad será también un esfuerzo colectivo: la recuperación de Davis es "un testimonio de su capacidad de recuperación y de todos los héroes de la salud que se necesitaron para llevarlo de regreso a donde pertenece", dice Susan Skoog, directora de enfermería de Cuidados Críticos y Cardiología en el Centro Médico Hartford HealthCare St. Vincent.

Desafíos de salud mental
Muchos de los que se recuperan de COVID-19 les toca enfrentar una segunda batalla: afrontar el impacto del virus en su salud mental. El miedo a la amenaza del virus, la enfermedad en sí y la incertidumbre puede afectar mentalmente a cualquiera. Si a eso le agregamos procedimientos invasivos severos, aislamiento hospitalario y un largo proceso de recuperación, esto puede ser una experiencia traumática para cualquier persona. Sin embargo, procesar lo que sucedió y la batalla que libraron para salir adelante, suena más fácil de lo que puede ser.

Después de una estadía en cuidados intensivos por una enfermedad crítica, los pacientes pueden experimentar el síndrome de cuidados intensivos posteriores (PICS, por sus siglas en inglés), condición que podría manifestarse como una combinación de problemas físicos, cognitivos y de salud mental. Las personas que sufren de PICS pueden experimentar ansiedad, dificultades para dormir, problemas para concentrarse, depresión, trastorno de estrés postraumático o problemas para volver a las actividades cotidianas.

A medida que las restricciones se relajan en todo el estado, para muchos será tentador ser menos cuidadosos—dejar de usar mascarillas en público, olvidar mantener el distanciamiento social, lavarse con menos frecuencia. Sin embargo, teniendo en cuenta la seriedad de las secuelas de COVID-19, estar atentos sigue siendo la mejor opción.

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