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El factor de riesgo para un gran número de condiciones aumenta con la edad, y la enfermedad de Parkinson es una preocupación para muchos. La condición del sistema nervioso se reconoce por causar movimientos incontrolables y afecta principalmente a pacientes mayores; alrededor del 90 por ciento de los diagnósticos ocurren en personas de 60 años a más.
Si bien más de 500,000 estadounidenses luchan contra el Parkinson, la enfermedad a menudo no se diagnostica, ya que no es tan fácil de detectar como otras. Como resultado, los expertos estiman que el número real está más cerca de un millón.
¿Cómo se diagnostica?
Los expertos no están seguros de qué causa la enfermedad de Parkinson. Si bien algunos están relacionados a variantes genéticas, se cree que la enfermedad es el resultado de una combinación de factores genéticos y ambientales.
A diferencia de muchas otras condiciones, no existe un análisis de sangre que un paciente pueda realizar para detectar los primeros signos de la enfermedad de Parkinson. De hecho, los primeros síntomas suelen ser vistos por primera vez por amigos o familiares, quienes pueden notar que las manos de sus seres queridos tiemblan al agarrar un tenedor, o ver que corren el riesgo de caerse debido a la falta de equilibrio.
Debido a esto, es prácticamente imposible detectar la enfermedad de Parkinson antes de que se presenten los síntomas. Una vez que aparecen, los médicos revisarán el historial médico del paciente y realizarán un examen neurológico y físico. Si bien es poco común, algunos médicos también pueden sugerir un procedimiento conocido como escaneo DaT para completar el diagnóstico.
Estar atentos
Como ya se mencionó, muchos de los primeros síntomas de Parkinson son notados por primera vez por la familia del paciente, lo que significa que hay que prestarle mucha atención a los seres queridos, especialmente a los mayores, por cualquier cambio en su comportamiento o movimientos físicos.
Los principales síntomas de la enfermedad de Parkinson—y por los que es más conocida—incluyen temblor en manos, brazos o piernas, lentitud de movimiento y problemas de equilibrio y coordinación. Otros síntomas menos comunes y menos conocidos incluyen depresión, problemas urinarios y dificultad para masticar y tragar.
Al igual que las personas que han sufrido accidentes cerebrovasculares, muchos pacientes con Parkinson recuerdan haber tenido ciertos problemas antes de los síntomas más comunes, como problemas para dormir, pérdida del olfato y piernas inquietas.
¿Y ahora?
Si bien recibir un diagnóstico de Parkinson puede ser difícil, hay formas de manejarlo—generalmente con medicamentos, tratamientos quirúrgicos o terapias.
Muchos medicamentos no solo son útiles para reducir los síntomas relacionados con los movimientos, sino también otros que pueden incluir dolor, dificultad para dormir o problemas de vejiga. El fármaco que se administra con mayor frecuencia es levopoda, que repone el suministro de dopamina del cerebro y, a menudo, se toma junto con otros medicamentos para reducir los efectos secundarios. Sin embargo, esta no es la única opción de medicamento y los médicos cuentan con diferentes estrategias para tratar los síntomas.
La estimulación cerebral profunda es otro tratamiento común, generalmente reservado para aquellos que no responden bien a la medicación. Este procedimiento estimula áreas específicas del cerebro que controlan el movimiento para controlar los síntomas del Parkinson relacionados con los movimientos involuntarios.
Otras formas de terapia pueden incluir la física, ocupacional y del habla, que también buscan disminuir y controlar los síntomas en el paciente. Estos tipos de terapias suelen estar acompañadas de un estilo de vida saludable en general: seguir una dieta balanceada y nutritiva, hacer ejercicio al menos tres veces por semana y evitar el tabaco.
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